Con enorme pesar, comunicamos el fallecimiento de nuestro compañero, el profesor Gregorio Fernández Fernández.
Gregorio Fernández nació en Jaén en 1943. Realizó sus estudios de Ingeniero de Telecomunicación (UPM, 1969), Ingénieur en Automatique (Universidad Paul Sabatier, Toulouse, 1971) y Doctor Ingeniero de Telecomunicación (UPM, 1975). Ha sido Catedrático de Universidad en el Departamento de Ingeniería de Sistemas Telemáticos desde 1983. Ha diseñado, coordinado e impartido asignaturas de grado relacionadas con la informática y la telemática. También ha impartido cursos de postgrado sobre Informática médica, Programación lógica, Sistemas expertos, Bases de datos deductivas, Aprendizaje automático, Minería de datos y Agentes inteligentes, en diversas empresas y universidades europeas y latinoamericanas. Su actividad investigadora se desarrolla en las áreas de bioingeniería e inteligencia artificial, habiendo dirigido o participado como investigador o asesor en un gran número de proyectos de I+D y dirigido seis tesis doctorales. Es autor de siete libros, coautor de cinco, coeditor de dos y traductor de cuatro, además de ser autor o coautor de veinte capítulos de libros y artículos en revistas científicas y numerosas comunicaciones a congresos.
A lo largo de su trayectoria, ha destacado su actividad docente, con la publicación de libros en Fundamentos de Ordenadores, Lógica, habitualmente en colaboración con el profesor Fernando Sáez Vacas. Uno de los logros docentes más populares fue la invención de dos ordenadores didácticos, Simplez y Algoritmez, que ofrecían un enfoque pedagógico innovador para la comprensión de los fundamentos de los ordenadores, y ha sido libro de texto de referencia en la mayoría de escuelas de telecomunicación de España.
En el plano investigador, Gregorio ha sido pionero en la bioingeniería en que realizó su tesis doctoral, así como en la Inteligencia Artficial en España, colaborando con el profesor José Cuena, y siendo el fundador y director del Grupo de Sistemas Inteligentes de la Universidad Politécnica de Madrid. Como investigador y docente, deja una larguísima lista de discípulos, distribuidos por universidades y empresas de España.
Decía Henry Adams, que el maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuándo se detiene su influencia. Las enseñanzas de Gregorio siguen vivas en sus alumnos, que recuerdan cómo ha combinado el rigor académico con el sentido de humor, el buen uso del español, y la motivación para ampliar los conocimientos recibidos.
Queremos expresar en este obituario nuestra gratitud profunda a Gregorio, y un abrazo afectuoso a su familia.